miércoles, 18 de abril de 2012

Huida extrema

Se adentro en la maraña de árboles. Incesante en el temor, recorrió los primeros pasos sin mas afán que el propio avance. La fuerza que la impulsaba hacia atrás era un poco mas débil que el ansia de saber que había pasado. Por ello avanzaba, pero con mucha cautela. Se dibujaba en su rostro una mezcla de esperanza, miedo e incertidumbre. Pisaba las hojas secas con el temor de confundir el crujir de las mismas con algún otro ruido que la tuviera que poner en alerta y reclinar su decisión de avance hacia una de huida temeraria. Estaba oscuro, había humedad y el frío calaba su huesos mas que el miedo su propia alma. En el avance encontraba a cada paso un cúmulo mas de fuerza para no rectificar y volverse a la casa. Si lo hiciera no sabría lo que había ocurrido, no sabría lo que había pasado y jamás volvería a entender el porque. Se encontraba ya bastante avanzada en su camino hacia la verdad, hacia el impulso que la había hecho vencer su miedo y decidir con valentía salir de una vez por todas de la duda que la corroía por dentro y que solo la hacia imaginar y alimentar ese miedo que en algún punto tiene que ser desmontado si no se quiere pasar a otra fase mas temible dentro del alma humana. A momentos no sabia por que se había decido, solo avanzaba con el ansia de saber que en momentos saldría de dudas, sabría lo que era para bien o para mal. Lo volvió a escuchar y ello le indico que no quedaba mucho, que pronto su sobrecogimiento saldría de dudas y no sabía exactamente a que sentimiento cambiaria o si la duda no tenia que haber sido aplacada. De repente sintió un tacto en el hombro, una paralizante sensación recorrió su cuerpo petrificando cada parte del mismo en un acto incontrolado de temor irrefrenable. Se giro lentamente su cabeza sin saber que parte de su interior ni como lo había hecho. Lentamente el movimiento le trajo a la vista lo que nunca habría deseado ver. En ese momento cambiaron sus sentimientos hacia un estado en el que nunca hubiera deseado estar. Era el, estaba allí, detrás de ella, amarrándola el hombro. Saco esa fuerza que innata nos sorprende en momentos insospechados y golpeando su antebrazo se libero y hechó a correr despavoridamente como si fuera lo único que sabía hacer, lo única reacción posible y como si hubiera nacido únicamente para ello. No llevaba rumbo. Corría y corría lo mas rápido que su cuerpo le daba y por donde mas factible veía la huida. De repente, sin saber como, se encontraba volando, dando vueltas en el aire. Se había caído por un precipicio que la daría el último golpe mortal hacia el final de su destino, hacia el principio de su propia eternidad. No debía de haber tenido que saciar la necesidad de saber lo que era. No debía de haber encogido su alma hasta el punto de tener que haberlo hecho, pero lo hizo. El fin justifica los medios, y los medios justifican la vida, hasta su fin.

Súbita cohesión

Se dilataron sus pupilas, sonrojó su delicada tez y erizo el vello al percibir tal muestra de voluptuosidad recorriendo su despojado torso. Inclino el dulce cáliz de jugo glorioso que la entregaría un marco de frenesí suscitado por la deleitosa atmósfera que en tal reinado estival se agradecía tan satisfactoriamente, como lo encarecen en su valía las barricas que allí sosegaban para algún día retomar ejercicio de dulce lujuria en símiles coyunturas de fructuoso deleite. Atestiguante vital y taciturna, la cueva respeto con inamovible sigilo los gemidos que la trasladaron hacia el venturoso éxtasis.

Sueños

Los sueños, meros pensamientos de deseo creados por la necesidad del propio avance. Los sueños, te dan la vida al dotarla de sentido y recrean el alma en pos de lo anhelado. Los sueños, son la nada que nos ayuda a respirar, a dar un paso más, a diferenciar que estamos vivos y que la muerte, en vida o no, aun no ha pasado por nuestra puerta. Sueña.

martes, 17 de abril de 2012

LUJURIA AVIVADA

Alzó la mirada hasta el punto de perfecta conexión simbiótica. Ella advertía con dulzura y recelo que el enlazaba con su ser, con su alma y con su líbido. Sustentando la situación, ella comenzó a sentir como el placer recorría sus sentidos haciéndola segregar el dulce líbido del néctar de la pasión. Se doblegaron en su propio instante y conectaron en un único placer, haciéndoles saciar con gran gozo el deseo tentado.